(NARRACIÓN)
Édgar Quirino Reyes Nicolás
El Petróleo es de los Mexicanos
El sol, agonizando entre las montañas se resistía y con ímpetu aún nos mandaba sus últimos rayos de luz. El silencio de la casa es interrumpido por una voz enérgica que dice: -Pedro, ve por un sobre de café para tu padre. En el camino, el pequeño iba silbando y tarareando un estribillo que desde la mañana traía en la cabeza. El alboroto de los pájaros disputándose las ramas, el bullicio de la gente a esa hora, el silbido de vehículos y todo el ajetreo de la ciudad se mezclaban y Pedro pasaba inadvertido.
De pronto, todo se paralizó y la gente se aglomeraba en la tienda de la esquina a donde Pedro se dirigía. El pequeño fue envuelto por el pánico, no sabía que estaba pasando y los más extraordinario fue que casi como por un acto de magia el ruido desapareció.
Pedro se había quedado paralizado a mitad de la calle y volvió en sí cuando Don Benja le tomó de la mano y jalándolo le dijo: -muchacho, ¿estás loco?, ¡te van a atropellar! Y es que se asustó tanto que se quedó parado a mitad de la calle. Cuando ya estuvo a salvo, reaccionó y observó cómo la gente no cavia en la tienda, y se acercó para averiguar un poco más pero por su estatura y aglomeración de la gente no pudo enterarse de nada.
Pedro notó que afuera de la tienda había un árbol de almendras al cual varios desafiaron pero nadie lo siguió intentando pues sus ramas no soportaban el peso de un adulto. Pedro después de observarlo se animó y trepó en el. De haberlo visto su madre como se trepaba cual gato de barrio por las cornisas, lo habría hecho bajar de inmediato y castigado por varias semanas. Sin embargo, sintiéndose libre de toda mirada, sobre todo la de su madre, y puesto que todos estaban atentos en otro asunto, el pequeño se atrevió y escalo aquel almendro.
Una vez instalado notó que el centro de aquel alboroto era un radio que don Juan, el dueño de la tienda, sostenía con una mano y con la otra agarraba un alambre improvisado como antena. Su estratégica posición y el silencio de los que circundaban el aparato de sonido, le permitió escuchar muy bien.
-…Es por eso, queridos compatriotas que les agradezco su cooperación económica y moral y los exhorto a la unión de esfuerzos e ideales por el bien de nuestro país; escuchó Pedro y siguió atento. –Ha sido un gran logro el que hoy hemos tenido y desde este palco en el que me dirijo a mi pueblo les doy las gracias, pues el triunfo no ha sido del gobierno de la República sino de todos nosotros quienes habitamos esta hermosa patria bendecida por Dios. Hoy con fuerza y orgullo cada uno de nosotros podrá decir que EL PETROLEO ES DE LOS MEXICANOS. Se oyen aplausos a través de la bocina del aparato de sonido y el discursó conmovió tanto al público del lugar que los mismos corresponden y lanzan vivas y se unen al aplauso.
Pedro regresa emocionado a su casa, entra con la fuerza de un huracán y a su paso deja regadas algunas cosas que atropella a su paso. Llega hasta la cocina donde sus padres lo esperan y les grita a sus padres: -¡El petróleo es de los mexicanos! Su madre, lo ve pero no lo escucha pues le preocupa la agitación con la que su hijo llego, mientras que su padre estira el brazo y hace un lado la pierna, mostrándole a Pedro que se siente en él y se acomoda en la extremidad del padre.
-¡Así es hijo mío, “El petróleo ahora es de los mexicanos”, le dice el papá. –Y, ¿qué es el petróleo?, pregunta Pedro. -El petróleo es una sustancia que está enterrada muy profundamente y que por estar en nuestro suelo es de nosotros. Sin embargo otras personas de otros países lo estaban extrayendo y se beneficiaban con él, le respondió el padre. –Si está enterrado es porque ya no lo querían, entonces, ¿por qué es tan importante? -Con el petróleo, hijo mío, se hacen muchas cosas, desde juguetes y ropa hasta la gasolina con la que los automóviles pueden funcionar, le contesta el padre. Pedro asimila lo que su padre le acaba de decir y a su alrededor preguntándose si en el interior de sus juguetes hay petróleo.
-Pedro, su mamá interviene, ¿y el café que te encargué? Rápidamente mete la mano al bolsillo de su pantalón y se encuentra el billete que su mamá le entregó y se disculpa diciendo: -mamá se me olvidó pero ¡”El petróleo es de los mexicanos!”
Sugerencias:
1. Si se va a trabajar con alumnos de quinto y sexto, y nunca se les ha puesto una actividad semejante es normal que se distraigan y no se pueda lograr el objetivo, por ello, es necesario encargarle a cada alumno un pañuelo y para que mientras se realiza la lectura, se cubran los ojos y no tengan distracciones.
2. De ser necesario, disponga todas las medidas para evitar que algún agente extraño interrumpa la sesión.
3. Esta narración es para ser leída por el profesor del grupo o algún invitado especial, sin embargo, después de que el grupo la haya escuchado, puede ser interpretada por algún alumno, pues el protagonista también lo es.